Muchas teorías de la conspiración resultan muy convenientes para ciertas élites que se expanden ladinamente por el planeta. La ridiculización de la disidencia. Ridiculizar el pensamiento más crítico, o ligeramente cínico incluso. En definitiva, crear un hombre de paja preventivo. Todo lo que pueda sonar demasiado macabro queda entonces en seguida relegado a la teoría de la conspiración. Qué bien viene esto a las élites que son, precisamente, macabras, conspiradoras, secretistas, misántropas y fanatizadas por un ego clasista desmedido.
Desde Luxetân no se teme enfrentar verdades incómodas y no temerá jamás investigar -con criterio científico, con espíritu criterio y con mucha, muchísima precaución- todas aquellas verdades incómodas que muchos temen destapar.
La micronación de Luxetân debería de tener su propio periódico digital que fuera referencia para muchos -ciudadanos o no de la misma- por su rigor, su veracidad, por sus fuertes escrúpulos a la hora de venderse a determinados intereses.
La micronación de Luxetân será siempre un fortín frente a la Nada que impera en un Estado que se muere, que ya no cree ni en sí mismo, en una cultura apagada, sin fuego, sin rumbo. Una sociedad alienada, atomizada hasta la extenuación.
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