La serie española estrenada en Netflix, Los Favoritos de Midas, nos habla de la psicología del poder. La serie, aunque mediocre en algunos aspectos, supera con creces a otras de la plataforma estrenadas recientemente como La Casa de Papel o la Valla. Nos presenta una adaptación de una historia corta de Jack London, trasladada al Madrid de nuestros días.
La adaptación es atrevida, y eso me gusta. Lo que quizás peque bastante de convencional es el guion, que no destaca especialmente en casi ningún aspecto. Las actuaciones son correctas. En general es una serie que, bien por el tema tratado y por su corta duración, podría recomendarse a aquellos que nos interesa el tema de la injusticia social y las mecánicas de poder.
Se plantea en ella la curiosa teoría que siempre me llamó la atención: aquellos que tienen rasgos de psicopatía más elevados tienen más posibilidades de acabar en las esferas de poder. O dicho de otro modo, la Humanidad tiende a estar gobernada por psicópatas.
La diferencia es, que en la serie, probablemente los Favoritos de Midas corrompan a aquellos de entre los ricos a los que les quede algún ápice de duda o Humanidad, mientras que la teoría expone que aquellos que ya presenten dichas características, simplemente, se abrirán paso en la escala del sistema gracias a ellas. No es necesaria la Secta elitista por tanto para que los psicópatas acaben en las altas esferas. Ya parece ser la tendencia natural.
El protagonista es un rico inesperado, heredero de una fortuna que, en principio, no le correspondía. Es por tanto ajeno a la vida de la élite, no termina de encajar.
Los Favoritos de Midas, esa suerte de Club Bilderberg (aunque completamente secreto y ocultado deliberadamente), sirve de filtro para las élites de la sociedad, no permitiendo que alguien con ciertas ideas que pudieran interpretarse como subversivas alcance la cúspide del poder.
Tal vez la serie me haya hecho reflexionar sobre la necesidad de ponerle límites al poder. Por otro lado también está inteligentemente introducido el discurso de la lucha de clases a través de la llamada Revolución Española. Podría decirse que dicha Revolución no aporta gran cosa a la trama, pero no se siente para nada forzada ni metida con calzador. Los personajes se mueven en torno a ella, la respiran, y se ven influidos por la misma. Se siente integrada en la historia perfectamente. El guionista está aquí, sorprendentemente, bastante atinado.
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