Me considero una persona crecida en un entorno urbanita, con cierto acceso privilegiado al mundo rural. No obstante, crecí ajeno al trabajo duro que supone faenar la tierra, y desconozco el profundo significado de lo que podríamos llamar la "paciencia del campesino".
Al menos siempre tuve claro lo que no quería. Me he sentido más libre, sano y cercano a unas raíces ancestrales cuando he tenido que vivir junto a lo salvaje. La ciudad se siente para mí como una jaula. No me considero del tipo de animal que necesita prosperar en una colmena. Sería mucho más dichoso si la densidad de población humana fuera, por ejemplo, como la de los lobos, o acaso los primates.
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